En el contexto bíblico entendemos que Dios escucha la oración y mueve su poder solo cuando esta está respaldada por un sacrificio. En la antigüedad antes de Cristo los israelitas sacrificaban animales para dicho fin, pero de Cristo para acá, el único sacrificio que acepta Dios Padre es la muerte en el calvario de su único hijo Jesucristo.
En Hebreos 10:10-14 se lee claramente que el sacrificio de Cristo en la cruz es el aceptado por Dios para siempre:
“En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” RV1960.
En 1 Timoteo 2:5 podemos apreciar claramente que el único intermediario puesto por Dios para tener una relación con Él es su propio hijo por lo que dijimos en el texto de Hebreos 10:10-14:
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” RV1960.
Muchos creen que hay seres diferente que pueden ir a Dios e interceder por nosotros, el ejemplo más clásico conocido, es el de la virgen María en el catolicismo, cuya explicación es que, como ella es la madre de Jesús puede intervenir como una madre interviene ante su hijo. El problema de esta mala interpretación es que, se confunde lo terrenal con lo celestial, en la tierra las madres interceden ante sus hijos porque las madres por naturaleza son más compasivas que ellos, pero en el caso de Jesús y María, Jesús es millones de veces más tierno y compasivo que cualquier otro ser, y claramente María no hizo ningún sacrificio que satisfaga a Dios como si lo hizo Cristo. La Biblia enseña en Hebreos 4:15 -16:
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (RV1960)
Por todo lo anterior si usted desea que Dios le conteste su oración, la clave fundamental es que le pida al Padre a través del Hijo, lo cual se traduce que, cada vez que usted ore a Dios debe terminar diciendo “Padre te lo pedimos en el nombre de tu hijo Jesucristo. Amén.”
Que Dios le bendiga.
Nelson Vergara
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