Las enfermedades hacen parte del paquete de condenación que obtuvo la humanidad por la desobediencia de Adán. Por eso en Romanos 8:20-22 dice, “Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”
Es cierto que Dios con la segunda venida del Señor Jesucristo libertará a la tierra de sus males, pero mientras eso ocurre muchos de estos males seguirán haciendo su estrago no solo en los incrédulos sino también en el pueblo de Dios. Eso no quiere decir que Dios no use su poder para sanar a muchos, creyentes y no creyentes, Dios en su gracia general tiene misericordia de muchas personas las cuales recibirán sanación indefectiblemente del creador.
Pero Dios también usa la enfermedad para algunos propósitos, en especial para dar gloria a sí mismo, y exaltar su santo nombre. A veces, Él sana milagrosamente. Jesús iba a través de Israel sanando toda clase de males y enfermedades (Mateo 4:23) y aún resucitó a Lázaro de los muertos después que la enfermedad lo mató. Otras veces, Dios usa las enfermedades como un método de disciplina o como un juicio contra el pecado. El rey Usías en el Antiguo Testamento fue atacado con lepra (2 Crónicas 26:19-20).
Nabucodonosor fue llevado a la locura por Dios hasta que entendió que “el Altísimo gobierna sobre los asuntos de los hombres” (Daniel 4). Herodes fue derribado y comido por gusanos porque tomó la gloria de Dios para él mismo (Hechos 12:21-23). Aún hay al menos un caso, donde Dios permite la enfermedad –ceguera– no como castigo por el pecado, sino para revelarse Él mismo y sus poderosas obras a través de la ceguera (Juan 9:1-3).
Ahora cuando llega la enfermedad, puede no ser el resultado de la intervención directa de Dios en nuestras vidas, sino más bien el resultado de un mundo caído, de cuerpos caídos y de una salud deficiente y elecciones de estilo de vida. Y aunque hay indicadores en la Escritura de que Dios quiere que tengamos buena salud (3 Juan 2), todo padecimiento y enfermedad son permitidos por Él para sus propósitos, ya sea que lo entendamos o no.
Para concluir podemos decir que un cristiano puede enfermar como cualquier otra persona, ya sea porque no se cuidó, o porque su carne que es débil se deteriora como consecuencia del mundo caído, o sencillamente porque Dios lo ha permitido para un propósito especial. Pero, aunque no puedo decir que es un dogma de la fe cristiana, en la práctica he notado, que Dios protege a su pueblo, cuando este permanece en obediencia muy cerca de Él. El estar siempre en comunión con Dios, el mantener una vida piadosa y devota al señor da garantía de protección por parte del Señor, pues Él es el buen pastor, pero estar lejos nos hace más vulnerables a todos los males del mundo. Por eso te pregunto ¿Cómo es tu relación con Dios?
Bendiciones
Nelson Vergara
Comentarios
Publicar un comentario