Cuando llegamos a Cristo

Durante mi vida cristiana he visto como algunas personas que han llegado a la iglesia terminan volviendo a su mundo de pecado y dejando todo lo de Cristo atrás. Tal vez hemos cuestionado a estas personas, pero se nos olvida que el esfuerzo propio no sostiene la salvación y menos la fe, los verdaderos cristianos llegan y perseveran solo por la gracia de Cristo, la cual se manifiesta por la obra terrena del Espíritu Santo de Dios.

Los cristianos tenemos tres enemigos, el primero es la carne, el segundo el mundo y el tercero es el diablo. La combinación de esta trilogía hace que la lucha comience con fuerza. Recuerdo aun en uno de los primeros tiempos de oración que tuve como iglesia, donde sentí una gran carga con un pecado que tenía, era como una pasión que sentía por algo que sabía no estaba bien y ese día me tocó dejarla a los pies de Cristo para siempre. Si explico como fue lo anterior, tal vez ni yo mismo podría entender, pero lo que ocurrió fue algo sobre natural donde sentí que esa carga la tomó Dios y me la quitó de encima.

El llegar a Cristo por obra de la gracia de Dios tiene una connotación muy diferente con el que llega a la iglesia sin ser llamado y mas por un esfuerzo propio que por la obra de Cristo. Y esa connotación es que no puede desvincularse del pecado por mucho que lo intente, por eso estoy convencido que muchas personas pasan por la iglesia, pero tarde o temprano terminan abortando su membresía sencillamente porque no hubo una operación sobre natural del Espíritu Santo de Dios librándolos de la carne, del diablo y del mundo.

Por otro lado, muchas de estas personas permanecen en la religión por años, pero nunca experimentan la regeneración que Dios hace sobre sus hijos. Hoy encontramos bastantes religiones que ofrecen banca y obras para que personas no salvas practiquen su religión y se sientan bien con su conciencia, pero es un disparo al aire, al final de la jornada nada de nada y directo al infierno.

Entonces ¿Cómo puedo ser un verdadero creyente? La respuesta es "no puedes," el que puede es Dios y si el no lo hace, no lo serás. El cristiano no se hace, nace, sencillamente porque para llegar a los pies del Señor tenemos que estar predestinados como dice Romanos 8:30, mas bien lo que podemos es evaluarnos para saber si somos o no de Dios. Pelear con la doctrina bíblica de la predestinación es como tratar de pelear con el sol, la biblia siempre nos llevará a que es una doctrina principal y el no aceptarla es herético.

Lamentablemente muchas congregaciones basan la fe cristiana en una decisión humana y no en la realidad bíblica. Alguien dijo que el libre albedrio del hombre funciona en toda decisión que el desee tomar menos en una, en ser salvo o hijo de Dios. 

En el día a día ve uno a muchas personas diciendo “Dios te bendiga” o asistiendo a una religión X o Y, solo con verlas podemos dar un juicio distorsionado, podemos decir que son personas que dedican su vida a Dios y por ende son verdaderos cristianos, pero lo lamentable de esto es, que los únicos que saben si son de Dios o no son ellos mismos y claro esta el mismo Dios, y es a la reflexión que deseo llegar cuando me pregunto ¿Cómo sé que soy del Señor?

Saber que soy del Señor solo esta contemplado en una frase que reza: “Transformación constante a Cristo.” Cuando una persona llega a la fe cristiana llega porque ha sido regenerada, se le ha caído el velo del pecado (2 Corintios 3:14) y su vida comienza a cambiar de tal forma que es impresionante para la misma persona lo que esta pasando. Ahora la transformación no es hacia el mundo sino es hacia Cristo, y eso nos lleva a que la persona se le convierte su vida en Cristo céntrica. Una vida Cristo céntrica es la que agrada a Dios, no es ser religioso, no es ser fanático, es reconocer que hay un creador que nos ha salvado (Juan 3:16) y que sin Él no podemos hacer nada (Juan 15:5). Es reconocer con nuestra vida que Cristo es el Señor y Salvador nuestro.

Que Dios le bendiga

Nelson Vergara

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