En el pasaje de Juan 5:1-15 se cuenta la historia de un hombre que tenía treinta y ocho años de ser paralítico. En este pasaje que parece más una porción del antiguo testamento que del nuevo, los enfermos bajaban a un estanque que en arameo se llamaba Betesda. La palabra Betesda significa “casa de misericordia”, me imagino que ese nombre se debía porque en aquel estanque según la biblia de tiempo en tiempo bajaba un ángel de Dios y movía el agua, cuando esto sucedía el enfermo que se metiera en aquella agua quedaba completamente sano.
Pero aparece en escena el Señor Jesucristo, quien ve al paralítico y le pregunta ¿Quieres ser sanado? Y aquí viene lo interesante de este artículo, el paralítico no le dice a Cristo “Si” o “No” sino que le explica que no ha podido ser sanado porque no tenia quien lo metiera y cuando el agua se agitaba y él trataba de llegar por su propia cuenta no lo lograba. La impresión que me da es que el paralítico deseaba ser sanado, pero por el método establecido, por eso se tomó el tiempo de explicarle a Cristo el detalle de lo que ocurría.
De inmediato Jesús le dijo “Levántate, toma tu lecho y anda” , no hubo proceso alguno, solo una orden de Dios para aquellas piernas que estaban entumecidas por treinta y ocho años, fue fulminante la sanidad, fue al instante, no hubo espera, no hubo fila alguna, ni agua que lo remojara. El pasaje concluye con el hombre sano, increpado por los fariseos que buscaban como apresar a Jesús y con un segundo encuentro con Cristo en el templo donde el Señor le recuerda algo bien importante: “Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.”
La reflexión es clara, generalmente oramos a Dios para que se nos concedan peticiones y ocurre muchas veces que la respuesta de Dios no es como la esperamos. Viviendo en Bogotá por un trabajo que tomé, me toco dejar a mi señor padre en la ciudad de Cartagena, él era un hombre anciano, y todos los años lo visitaba en vacaciones y oraba a Dios que el día que Él decidiera llevárselo a su presencia que estuviera yo a su lado. Realmente no quería venir corriendo y verlo en las últimas, deseaba por lo menos estar un mes con él antes de su partida.
Venía mucho a mi pensamiento y lo oraba, que tal vez Dios lo llamaría en algunas de las vacaciones en que lo visitaba, pero Dios fue más bondadoso, el permitió que el contrato de trabajo se terminara en Bogotá y arrancara uno nuevo en Cartagena, para que yo estuviera no el corto tiempo que pedía sino los últimos cuatro meses de su vida. Aunque cuando llegué a Cartagena a trabajar de nuevo no sabia que a los cuatro meses mi padre moriría, pensé que me iba a durar varios años más y de las cosas que me hacían feliz en esa llegada era que iba a estar con él un largo periodo, pero, aunque no fue así, Dios me dio más tiempo que el que yo pedía y pensaba.
La forma como Dios obra es incomprensible, Él no se apega a los planes del hombre, la biblia enseña en Isaías 55:8 que los pensamientos y los caminos de Dios no son los mismo que los de los hombres. Pedimos de una forma y Dios aparece con otra, pedimos para un tiempo y Dios aparece en otro, y ocurre mucho también que Él cumple nuestras peticiones y aun seguimos orando por ellas. Para concluir solo puedo decir que Dios nos asombra, sus respuestas son superiores a nuestras expectativas, Dios es fiel y todo poderoso, te pregunto ¿Cómo esta tu vida con Dios? ¿Quieres vencer o ser un perdedor? Decídete, estas vivo aún, y mientras haya vida hay tiempo para buscarlo.
Que Dios le bendiga
Nelson Vergara
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