En este 2020 con todo el evento caótico de la pandemia que nos apremia, hemos llevado a la tecnología a su máxima expresión en nuestras vidas y como iglesia. Ya no solo somos un mundo global, sino que vivimos en un mundo donde dependemos de la tecnología hasta el punto de que esta se ha convertido en cierta forma en amo de nuestras vidas.
La iglesia en este 2020 se apoyó de la internet y de todo lo que esta ofrece para llevar a cabo sus servicios como son los videos en vivo de los canales de YouTube y los famosos Facebook Live los cuales hicieron de su agosto en este año. El problema que esto trae es quedarse acostumbrado a ello. Como seres humanos nos acostumbramos a las cosas cómodas, por eso pienso que cuando todo vuelva a la normalidad la deserción de muchas personas de la iglesia será notable.
Por lo anterior no se nos haga raro que en la mayoría de las congregaciones se cumpla lo que dice la porción de 1 Juan 2:19 “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” Aunque creo también que para muchos pastores y líderes que no sabían usar los recursos de la internet, fue un tiempo de aprendizaje, y tal vez deben verlo como una provisión de Dios para expandir su reino en medio de una época difícil.
Lo crítico esta en que hay cosas importantes en la presencialidad que no se pueden remplazar por lo virtual. Los cultos, por ejemplo, seguir generando sesiones virtuales de estos sería un craso error. El vernos cara a cara con otros hermanos, el escuchar al pastor predicar desde el púlpito, el escuchar el sonido de los himnos de alabanza en vivo, realmente son cosas que no se pueden experimentar si no se va al culto presencial. Cuando todo normalice la iglesia deben cancelar los servicios virtuales de inmediato, y ser consciente que la tecnología en nuestros días debe ser un apoyo para los ministerios, pero nunca un remplazo de sus actividades presenciales.
Otras religiones han caído en este error desde hace mucho tiempo, durante mi juventud la tecnología más usada fue la televisión y la radio, recuerdo aun que todos los domingos había una misa por televisión. En el contexto católico que experimentamos muchos la misa era algo fundamental en nuestra vida. Entonces llego la misa por televisión, supuestamente realizada para personas enfermas y discapacitadas, pero lo que vimos fue que más de un buen parroquiano cuya salud era excelente veía su misa por televisión acomodado en su cama comiendo palomitas de maíz.
No estoy muy seguro de cuantas personas están pensando que sería mejor que los cultos siguieran en línea, tal vez estarán sacando cuentas como, no hay gasto de gasolina, lo puedo escuchar desde la cama, cuando pasen a recoger el diezmo me ahorro un dinero, etc. Estoy convencido de que un verdadero cristiano no debe tener ni siquiera una traza de este tipo de pensamiento, porque ¿Qué bendición puede dar Dios a una persona que piense así?
Por otra parte, el mundo virtual está lleno de millones de doctrinas, y lo peor es que todas dicen ser doctrinas sanas. El sincretismo que se arma en la mente de una persona cuando se mete en un sitio de una doctrina y luego en la de otra es una cosa aterradora. El adoctrinamiento en la verdadera doctrina sana debe ser guiado completamente por el liderazgo de la iglesia y debe ser realizado en lo posible de forma presencial. Cuando sé discípula a un nuevo creyente hay una gran importancia en que esto se haga cara a cara. De hecho, en este proceso el pastor o líder vera de primera mano el ánimo que tiene su discípulo, los gestos, las inquietudes y muchas cosas que no se podrían realizar de manera virtual. La catarsis que se hace durante el adoctrinamiento por parte del discípulo es importante para la sanidad espiritual de este, pero si fuera virtual el no saber quién escuchara del otro lado y el quedar grabado en la nube debe ser algo bastante inquietante. La condición Humano-Humano es algo donde la virtualidad encuentra su gran agujero negro y nunca dará los resultados que la presencialidad otorga.
En los tiempos de los apóstoles las personas se reunían para leer las escrituras, aún no había imprenta y no había copias de la biblia, ellos de un pergamino leían y escudriñaban todo, dando la interpretación correcta de lo leído por medio de la ayuda del Espíritu Santo de Dios. Aunque nos parezca extraño hoy se cuenta con todas las biblias posibles, tanto impresas como digitales y en diferentes idiomas y lenguajes, pero aun así debemos seguir reuniéndonos porque es en la escuela dominical y en los cultos donde los pastores deben dar la interpretación correcta a la congregación muy igual a la época apostólica.
Por todo lo anterior y como conclusión puedo decir que estoy convencido de que de inmediato pase la pandemia las iglesias deben retomar su práctica de congregarse los domingos y los días de semanas que el liderazgo establezca, y usar la virtualidad solo para actividades de apoyo, como pueden ser reuniones adicionales, estudios que los pueda hacer un hermano desde otra ciudad o país, páginas o blog donde se publiquen materiales para estudio y un grupo de WhatsApp lo cual hoy es necesario para estar en constante comunicación entre los miembros de la iglesia. La tecnología se debe usar con cuidado y no permitir que esta tome control sobre nosotros y dañe momentos presenciales que son esenciales y vitales para nuestro crecimiento espiritual.
Dejo la conferencia “Poniendo a la tecnología en su lugar” del ministerio Integridad & Sabiduría. Espero sea para su edificación.
Que Dios les bendiga.
Mg. Nelson Vergara
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