Dad a Dios lo que es de Dios


En Lucas 20:20-26 se presenta una cita muy conocida a tal punto que se ha vuelto un dicho popular “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.” En ese momento hombres enemigos de Jesus que deseaban que cayera en una trampa, le hicieron la pregunta ¿si era licito pagar tributos al Cesar o no? Recordemos que el pueblo judío estaba subyugado por los romanos, ellos debían pagar cualquier impuesto que Roma se inventara, y el no hacerlo podía significar hasta la muerte.

Era tal la obsesión de los romanos por cobrar impuestos que el emperador Vespasiano (quien gobernó de 69-79 d.C.) ganó buen dinero cobrando impuestos por el comercio de orina recolectada en las letrinas públicas. Pero incluso algunos romanos pudientes detestaban el gravamen. Los antiguos romanos valoraban la orina por su contenido de amoniaco. Consideraban que el enemigo natural de la mugre y la grasa era muy útil para lavar la ropa y hasta para blanquear los dientes. Y como todos los productos valiosos, tenían un plan para gravarlo.

Pero volviendo al pasaje de Lucas 20 hay una pregunta que si pasamos por esta porción bíblica y no nos la hacemos tal vez la comprensión que extraigamos del texto se nos queda corta. Es claro que Cristo le muestra la moneda con la cara de Cesar para que entiendan que ese dinero, aunque lo ganaban trabajando debían tributarlo al Cesar. Para Cristo cumplir con el emperador era correcto al punto que en Romanos 13:1-2 se nos dice claramente que debemos someternos a las autoridades y el que se opone se revela realmente contra Dios. Para Dios el cumplimiento con las autoridades no depende de que sean buenas o malas, sino de que se tiene que cumplir y si son malas confiar en Dios que él hará algo para salvar a su pueblo.

Por otra parte, esto no quería decir que la opresión romana sobre el pueblo judío era un hecho que se salía de control de Dios, era claro que los romanos no estaban avasallando a los hebreos porque Dios fuera débil o algo parecido, claro que no, estaban en esa acción porque Dios se los permitía y había un propósito. Recordemos que en los tiempos de Jesus el pueblo hebreo había perdido toda la teocracia experimentada en el antiguo testamento con los patriarcas. El pueblo judío en la época de Cristo era religioso pero su corazón no estaba realmente en el señor, tal fue así que el Mesías llego y lo desconocieron (Juan 1:11-12).

Pero vuelvo a la pregunta que debemos hacernos en este texto, y es ¿Qué es entonces lo que debemos dar a Dios? Al cesar pues el dinero de los impuestos, pero a Dios ¿Qué? Bien partamos del hecho que en el plano humano a todo gobierno mundano hay que tributarle algo para que sus gobernantes estén contentos, primero porque en teoría los impuestos mantienen las obras del gobierno y segundo el desfalco que hacen los gobernantes corruptos (Que han sido casi todos) lo hacen de la plata de los impuestos.

De la misma manera Dios como gobernante eterno e infinito del universo pide a su pueblo el tributo santo y justo que el desea que todo hijo tribute. Ese impuesto de amor y obediencia Cristo lo expreso en mateo 22:36-37 cuando le preguntaron: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?  Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” El gran tributo a Dios es amarlo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente. Esto deja claro que Dios desea que todo lo que sintamos y expresemos sea beneficiosos y agradable para Él.

Cuando amamos a nuestras familias, a nuestros amigos y hasta al que nos hace mal amamos a Dios, cuando pagamos los impuestos, los compromisos a los bancos, a las corporaciones con las cuales hemos realizado créditos amamos a Dios. Cuando llevamos el diezmo de nuestro trabajo al templo donde nos congregamos amamos a Dios. Cuando hacemos las buenas obras, cuando oramos, cuando nos ejercitamos buscando mejorar nuestra condición física amamos a Dios. Dios desea que hagas todo lo correcto, Dios desea que seas un pequeño Cristo por eso es el nombre de “cristianos” todo lo bueno todo. Por eso en Filipenses 4:8 se nos dice “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Para terminar este articulo podemos concluir que cumplimos con dar a Dios lo que es de Dios cuando hacemos su santa voluntad, la cual es agradable y perfecta (Romanos 12:2).

Que Dios te bendiga.

Mg. Nelson Vergara

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