Mirándome a mí mismo


En el libro de Gálatas 6:1 encontramos el siguiente mandato de Dios “Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” (Nueva Biblia de las Américas NBLA). Es claro que esta porción de las escrituras nos insta a que si sorprendemos a un hermano o persona pecando le restauremos. La palabra “restauremos” que en el griego es “katarizo” (usada en el lenguaje corriente como componer huesos rotos) denota que debemos colaborar en que esa persona corrija la acción mala que cometió o que practica, y cambie su actitud a una cristianamente correcta.


Pero hay una frase en este pasaje que me llama altamente la atención, debido a que tal vez para nosotros es difícil tener en cuenta, pues somos dados a mirar fácilmente la paja en el ojo ajeno y no ver la viga que nos traspasa el nuestro (Lucas 6:41-42). La Frase es “Mirándote a ti mismo”, cuando analizamos lo que quiere decir esta expresión nos enfrentamos a la voluntad de Dios, la cual nos solicita que antes de hacer cualquier corrección a otros, estemos completamente claros que nuestras actitudes y comportamientos no estén flaqueando y mucho menos en lo que deseamos ayudar a corregir.

¿Por qué? Bueno la misma palabra de Dios da la respuesta cuando dice “no sea que tú también seas tentado.” Ha ocurrido muchas veces que somos jueces de otros, mientras somos reos del pecado y del pecado que estamos corrigiendo. Durante mi vida cristiana me ha pasado que en medio del concejo que le estoy dando a una persona me doy cuenta de que ese mismo concejo es más para mí que para ella, pues sencillamente estoy tan anestesiado por mi corazón que tiene Dios en su gracia que decirme “Oye tu estas peor y el consejo que das te viene más a ti que a otro.”   

Cuando intentamos ayudar a corregir la actitud errada de otros, creo que debemos hacernos un análisis profundo ante el espejo de nuestras vidas, el problema está en que no sabemos como manejar ese espejo o dicho en otras palabras como funciona ese espejo. Lo cierto es que el verdadero espejo no es más que Dios mostrándonos quienes somos, no podemos vernos a nosotros mismos y por lo que estamos hablando puede ser errado la apreciación de otros, por eso tenemos que ir a la fuente que no se equivoca y esa fuente como ya dije es Dios.

Dios en su infinita misericordia si estamos pegados a Él en la oración y en el estudio de la palabra, casi que automáticamente va a comenzar a mostrarnos quienes somos y como fallamos. Las reflexiones bíblicas es uno de los medios de gracia donde Dios más se glorifica, y lo hace presentándonos quien es Él y quienes somos nosotros. Cuando nos medimos por la obra del Espíritu Santo con Dios nos damos cuentas que somos realmente gusanos ante ese ser supremo, y de manera sobrenatural comenzamos a entender cuales son nuestras falencias y debilidades.

Entre las cosas que mas trabaja Dios con su pueblo es lo que conocemos como “Orgullo” el cual es el exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales la persona se cree superior a los demás.  En lo que respecta al pecado caemos en ser orgullosos, creemos que estamos bien y que los demás están mal, por eso nuestro juicio de valores terminan casi siempre siendo un desastre.

Como conclusión es bueno recordar que en Dios esta la victoria, y una de las primeras victorias que debemos lograr con el Señor es que Él, nos muestre quienes somos y poder derrotar así el orgullo que cargamos, entonces sí poder ayudar al que necesita ser restaurado. No olvidemos que como iglesia de Cristo somos los encargados de los cambios, de las trasformaciones, de las mejoras y del progreso de nuestras sociedades, por lo cual pidámosle a Dios que nos esculque día a día y que nos ponga en nuestro corazón quien somos realmente para entonces si ser solidarios en el cambio que necesitan las vidas de otros.

Que Dios le bendiga

Nelson Vergara