No llames mas a Dios por su nombre


Cuando Dios nos convierte a Cristo por su maravillosa gracia, de las cosas que nos suceden es que desde ese momento glorioso hasta la eternidad seremos hijos del creador del universo (Juan 1:12 ). En la ciudad donde nací (Cartagena de Indias) las personas han creído que son más que otras dependiendo de sus apellidos, y esto es tan notable que cuando se presentan los pronuncian con tal énfasis que esperan que el que está al frente se derrita a sus pies.

¿Pero a qué se debe eso? Sencillamente porque el hombre carnal cree la mentira de su corazón (Jeremías 17:9). Aunque parece cosa de chiste o de ignorancia es una realidad diciente en mi ciudad. Alguien alguna vez decía que en Cartagena no es lo mismo ser un Porto que un Portillo, haciendo referencia a estos dos apellidos.

Pero cuando llegamos al cristianismo y el señor nos convierte a su hijo por su gracia (Efesios 2:8),  y se nos olvida algo supremamente importante, y es que no solo recibimos la salvación eterna de nuestra alma (Juan 3:16), sino que somos por primera vez declarados hijos de Dios. En el cristianismo romano, en el cual milite muchos años de mi vida, me creí al igual que muchos que todos los seres humanos somos hijo de Dios y que al final todos descansan en paz, porque Dios es tan bueno que no deja a nadie sin su paternidad.


Sabemos que la anterior doctrina es completamente errada y herética debido a que no se apega a lo que la Biblia proclama, el ser hijo de Dios es pasar de tinieblas a luz por la obra redentora de Cristo (1 Pedro 2:9), no es una decisión humana (Romano 8:30), es una decisión del mismo Dios (Juan 1:13) y aunque parezca contradictorio con lo que Dios es (Efesios 2:4), la realidad es que sus hijos en comparación con toda la humanidad que ha existido, que existe y que existirá serán muy pocos (Mateo 7:14).

Ahora en la parte de olvidar la nueva posición que Dios nos ha dado, olvidamos algo fundamental como ya dije, y es el cómo nos relacionamos en oración con Dios. La oración es de las cosas más vitales para el cristiano (Santiago 5:16), pero en ella hay una sustancia que debemos degustar y es que cuando oramos a Dios, no es bueno llamarle Dios o Jehová o Yahvé, cuando oremos a Dios lo más indicado es lo que el Señor Jesucristo nos enseñó (Lucas 11:2), y eso es llamarle PADRE NUESTRO.

Si se fija Cristo no solo enseño que a Dios le llamáramos PADRE sino que le pusiéramos el NUESTRO al lado, porque no es solo padre de Cristo o de otras personas, Dios es padre de todos los creyentes.

En la palabra PADRE hay algo bien afectivo que cambia la relación del ser humano con Dios, y puedo hacer un símil de la siguiente manera: Mi padre terrenal se llama Nel, pero yo nunca le he llamado por su nombre, siempre le digo Papi y sé que el día que le llame por su nombre se va a ofender, muchos le pueden llamar por su nombre y el los acepta sin reproche, pero si lo hace su hijo talvez puede ser la ofensa más grande que haya recibido en su vida.

A Dios le tenemos que llamar “PADRE” o puede ser también “Papito lindo” o como dice el apóstol Pablo en Romanos 8:15 “Abba, Padre” (oh, papa) o cualquier palabra que sea sinónimo afectivo de estas. Mis hijos me llaman “Pá” y es una forma muy usada por los jóvenes de hoy y es aceptable tanto para los padres terrenos como para Dios.  Lo cierto es lo que la misma biblia declara “que de la llenura del corazón habla la boca” (Mateo 12:34).

Para mí en lo personal cuando escucho a alguien llamando por su nombre a su padre terrenal me da la impresión que no hay respeto, amor, ni consideración, me da también la impresión que la relación es seca o nula y aunque talvez no sea así lo más seguro es que algo pasa entre ellos.

En la universidad cuando estudie conocí a un par de muy buenos amigos que en su noviazgo y hoy en su matrimonio el uno al otro se dicen “Purrungui” era tan marcado esto que muchos bromeábamos con ellos sobre el asunto, pero lo impactante de todo es que el solo oírlos pronunciarse esta palabra o seudónimo lo que venía a nuestros corazones era que se profesaban un gran amor entre ellos y que su relación era exitosa.

Por otro lado, hace casi nueve meses Dios me regalo mi primer nieto, de las cosas que me vuelven loco, pero bien loco de amor por él, es cuando este me queda mirando y me dice “Papá” que tremenda sensación tengo en mi corazón cuando lo hace, para mí es como si el cielo se abriera y los ángeles cantaran, entonces me pregunto ¿cómo se sentirá Dios cuando le decimos “Dulce papá” o algo parecido? seguramente la respuesta es como dicen mis estudiantes de Bogotá “Super”

Para concluir solo te puedo recomendar que, si eres cristiano, Dios es tu padre, eso es una realidad que no podrás jamás cambiar, el desea bendecirte como lo hace un gran padre a sus hijos, Él es todopoderoso (Salmos 80:19), misericordioso (Efesios 2:4), tardo para airarse (Números 14:18) y posee todo el oro y la plata del universo (Hageo 2:8) para socorrerte, mi pregunta es ¿Qué te impide hablar con Él, contarle tus necesidades y decirle Papá te amo? De hoy en adelante y para estas navidades regálate el iniciar una relación con Dios siendo su hijo consentido y recibiendo las grandes bendiciones que él tiene para ti. ¿Cómo hacerlo? Muy fácil en oración exprésale lo que sientes, derrámate ante Él y entonces Él hará.

Abajo dejo el video del pastor Diego Medina que me inspiro para escribir este artículo, gracias doy a Dios por el ministerio I’ll Be Honest en el cual ellos trabajan el evangelio.

Que Dios te bendiga

Por: Nelson Vergara