Cuando el hijo del pastor es el predicador sensación


He notado que en las iglesias donde por lo general se predica la doctrina de la prosperidad y que han tenido un crecimiento considerable, los hijos de los pastores desde muy joven y casi siempre sin ninguna formación teológica y ministerial se le ha dado el púlpito de la iglesia.

Creo que por desconocimiento de los miembros de estas congregaciones la sensación que genera que el joven hijo del pastor predique es mas de alegría que de crítica, pues al parecer para ellos es algo asombroso y admirable de ver.

He visto que mucho de estos ministerios gastan horas televisivas para presentar a sus hijos predicando, y hasta los nombran conferencistas de primera clase en grandes eventos que realizan dentro y fuera de sus iglesias. Pero lo más crítico del asunto es que muchos pagan por oír hablar a estos jóvenes sin preparación ni madurez espiritual sobre temas que no son más que réplicas de lo que han oído de sus padres o de pastores de la misma corriente.

Aun en mi mente se disputa la idea si un joven hijo (Entre 14 y 25 años) de cristianos y más de ministros cristianos se sienten presionados a seguir los pasos de sus padres, más por obligación que por una vocación o llamado de Dios. Dudo que Dios llame tan tempranamente al pastorado a una persona que necesita experimentar la lucha contra sus pasiones juveniles y poder vencerlas mediante un crecimiento espiritual que conlleva años de estudio bíblico, oración, devoción y ayunos.

Recuerdo que a estas edades me gustaba vivir la libertad de la juventud y conocer el entorno que me rodeaba, aunque gracias a Dios no tuve vicios, ni mi vida fue más allá de los límites morales que mis padres me establecieron, eran tiempos donde por muy guiado que estaba de mis progenitores existía una gran dosis de inmadurez y de irracionalidad, las cuales me tomó varios años y muchas experiencias de vida para poder superarlas.

¿Cómo entonces un joven en plena etapa de la inmadurez lo proclaman predicador? pareciera más obligado o seducido por la empresa de dinero que sus padres han desarrollado, la cual más que una congregación de santos parece un negocio multinivel de esos que pululan por el mundo, proclamando que con una inversión baja casi despreciable se puede ser rico rapidamente en esta vida.

La Biblia en ( 1 Timoteo 3:5 ) nos habla de los requisitos de un Obispo o Pastor,  en esta porción bíblica se menciona la expresión “Gobernar su propia casa” lo cual deja claro que el ministro de Dios debe tener una experiencia muy concreta de gobierno como es el matrimonio, el cual por lo general es lleno de situaciones de todo tipo, haciéndolo la escuela de vida más importante que puede tener un ser humano, y para un pastor cristiano será siempre una escuela vital.

Por lo anterior podemos afirmar que las personas que Dios llama a un ministerio tienen que ser personas con tal madurez que puedan gobernar un hogar de la mejor manera, porque sino ¿cómo gobernarán la casa de Dios? Lo anterior no quiere decir que no puedan existir pastores solteros, lo que sí deja claro es que sea soltero o casado debe tener la habilidad y responsabilidad de gobierno de un hogar, y esto no se logra en nuestros años de juventud, esto se logra cuando hemos crecido y hemos experimentado por cuenta propia o por experiencias de otros lo que es este gobierno.

Si alguien me pidiera que diera una edad promedio para el pastorado, pienso que en la actualidad con la inmadurez y la cultura que viven nuestros jóvenes, esta pasaría de los treinta años con facilidad, talvez podría llegar casi a los cuarenta y habría que medir o sopesar que tan maduro espiritualmente es el ministro, que tan preparado teológicamente esta, cuál es su doctrina, como ha gobernado su hogar y cual es su testimonio de vida.

Para terminar este articulo solo te motivo a que no sigas en iglesias donde este flagelo se presenta, porque más que una desconsideración para la congregación es un irrespeto a la obra de Dios y a su palabra, la cual no puede ser mancillada por jóvenes neófitos que no demuestran que son el resultado de la obra de Dios sino más bien iconos creados por la irresponsabilidad de sus padres o adultos ante el Señor.

Por: Nelson Vergara