Es claro que Apocalipsis 3:20 no
es un mensaje para personas no convertidas o nuevos creyentes, Apocalipsis 3:20
es un mensaje para una iglesia que ya había creído en Cristo como era Laodicea
y que presentaba el problema de ser tibia con Dios. Por lo anterior, no es
cierto que Cristo está tocando la puerta del corazón de nadie inconverso, ni es
la manera como Jesús enseña a proclamar a otros sus buenas nuevas. Realmente es
un error que se debe corregir si aún se practica.
Pero si creemos que el ser humano
puede decidir por Cristo, la pregunta que deberíamos hacernos es ¿Cómo podría
un ser humano muerto en delitos y pecados tomar la decisión de abrir su corazón
a Cristo, si los seres humanos nacemos siendo difuntos espirituales? (Efesio
2:1), o ¿Desde cuándo acá los muertos toman decisiones? La biblia nos enseña
que el ser cristiano o salvo es solo por obra y gracia de Dios, en la carta a
los Romanos 9:16 se expresa la intención de Dios de dar soberanamente su
misericordia a los hombres que el desea: “Así que no depende del que quiere, ni
del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”
Usted podría decir “Si eso es así entonces Dios es injusto”. Hace
algunos años un pastor arminiano me dijo que si Dios hace elección sería
injusto, pues para este pastor, Dios debe darle la oportunidad a todo ser humano
de arrepentirse. Lo que este pastor no tienen en cuenta es que los seres
humanos no tenemos voluntad propia para tomar decisiones espirituales, como es
el arrepentirnos para salvación, sencillamente porque hay un decreto eterno que
nos destituye de la gloria de Dios (Romanos 3:23) y por estar muerto en nuestros delitos
y pecados como dije anteriormente. Por ende no hay hombre que quiera o pueda
arrepentirse para llegar a Dios, solo Dios puede llevarlo al arrepentimiento
mediante su gracia en Cristo.
Ahora usted puede preguntarse también ¿Cómo
es la conversión de una persona? La respuesta la provee la misma biblia, y
puedo dividirla en dos partes, la primera es que toda persona que se convierte
ha tenido que ser elegida por Dios desde antes de la creación del mundo, por
eso en Romanos 8:29-30 se nos dice “Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él
sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos
también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que
justificó, a éstos también glorificó”.
Y la segunda parte es la transformación
que debe experimentar en vida el escogido de Dios, la cual encontramos en la porción
del libro del profeta Ezequiel 36:25-27, la cual algunos cristianos la han tildado
como “La cirugía de Dios” que dice: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y
seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os
limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y
guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”.
Matthew
Henry un presbiteriano del siglo XVII sobre esta porción bíblica dijo “El agua es emblema de la limpieza de
nuestras almas contaminadas con pecado. Pero ningún agua puede hacer más que
lavar la inmundicia de la carne. En general, el agua parece ser el signo
sacramental de las influencias santificadoras del Espíritu Santo; pero esto
siempre está relacionado con la sangre de Cristo que expía. Cuando se aplica por
fe esta última a la conciencia para limpiarla de las malas obras, el primero
siempre se aplica a los poderes del alma para purificarla de la contaminación
del pecado. Dios dará un corazón de carne, blando y tierno, que cumpla su santa
voluntad. La gracia renovadora obra un cambio tan grande en el alma como la
conversión de una piedra muerta en carne viva. Dios pondrá dentro su Espíritu
como Maestro, Guía y Santificador. La promesa de la gracia de Dios para
equiparnos para nuestro deber debiera despertar nuestro cuidado y propósito
constante para cumplir nuestro deber. Estas son promesas que todos los
creyentes verdaderos de toda época deben usar en oración y serán cumplidas”
En el nuevo testamento vemos al señor
Jesucristo retomando a Ezequiel 36:25-27 cuando de forma sinóptica le dice a Nicodemo
en Juan 3:5 “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Para concluir solo me queda
decir que a la luz de la palabra de Dios, las conversiones de nuevos creyentes
no se realizan haciendo que estos pasen adelante y hagan una oración, tampoco
se logra si ven milagros y cosas sobre naturales que los asombren o atemoricen,
mucho menos si el evangelio le ofrece mejoras para sus vidas, la conversión de
un cristiano solo se logra por una elección de Dios que traerá indefectiblemente
una transformación de su vida mediante una cirugía espiritual de corazón abierto
que este realizara en sus hijos.
Que Dios le bendiga
Por: Nelson Vergara