La cirugía de Dios


Cuando inicie en la iglesia evangélica en los años 90 casi todas las iglesias que conocí tenían como estrategia de alcance proclamarle a las personas que Cristo estaba tocando a la puerta de sus vidas y si le oían y abrían, el entraría y cenarían con ellos, en otras palabras “Si tomaban la decisión voluntaria, serian salvos”. Esa predicación se basaba en el texto de Apocalipsis 3:20 y sin dudar es una mala exposición del evangelio de Cristo, debido a que es un texto que se usa divorciado de su contexto.

Es claro que Apocalipsis 3:20 no es un mensaje para personas no convertidas o nuevos creyentes, Apocalipsis 3:20 es un mensaje para una iglesia que ya había creído en Cristo como era Laodicea y que presentaba el problema de ser tibia con Dios. Por lo anterior, no es cierto que Cristo está tocando la puerta del corazón de nadie inconverso, ni es la manera como Jesús enseña a proclamar a otros sus buenas nuevas. Realmente es un error que se debe corregir si aún se practica.


Pero si creemos que el ser humano puede decidir por Cristo, la pregunta que deberíamos hacernos es ¿Cómo podría un ser humano muerto en delitos y pecados tomar la decisión de abrir su corazón a Cristo, si los seres humanos nacemos siendo difuntos espirituales? (Efesio 2:1), o ¿Desde cuándo acá los muertos toman decisiones? La biblia nos enseña que el ser cristiano o salvo es solo por obra y gracia de Dios, en la carta a los Romanos 9:16 se expresa la intención de Dios de dar soberanamente su misericordia a los hombres que el desea: “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”

Usted podría decir  “Si eso es así entonces Dios es injusto”. Hace algunos años un pastor arminiano me dijo que si Dios hace elección sería injusto, pues para este pastor, Dios debe darle la oportunidad a todo ser humano de arrepentirse. Lo que este pastor no tienen en cuenta es que los seres humanos no tenemos voluntad propia para tomar decisiones espirituales, como es el arrepentirnos para salvación, sencillamente porque hay un decreto eterno que nos destituye de la gloria de Dios (Romanos 3:23) y por estar muerto en nuestros delitos y pecados como dije anteriormente. Por ende no hay hombre que quiera o pueda arrepentirse para llegar a Dios, solo Dios puede llevarlo al arrepentimiento mediante su gracia en Cristo.

Ahora usted puede preguntarse también ¿Cómo es la conversión de una persona? La respuesta la provee la misma biblia, y puedo dividirla en dos partes, la primera es que toda persona que se convierte ha tenido que ser elegida por Dios desde antes de la creación del mundo, por eso en Romanos 8:29-30 se nos dice “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”.

Y la segunda parte es la transformación que debe experimentar en vida el escogido de Dios, la cual encontramos en la porción del libro del profeta Ezequiel 36:25-27, la cual algunos cristianos la han tildado como “La cirugía de Dios” que dice: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”.

Matthew Henry un presbiteriano del siglo XVII sobre esta porción bíblica dijo “El agua es emblema de la limpieza de nuestras almas contaminadas con pecado. Pero ningún agua puede hacer más que lavar la inmundicia de la carne. En general, el agua parece ser el signo sacramental de las influencias santificadoras del Espíritu Santo; pero esto siempre está relacionado con la sangre de Cristo que expía. Cuando se aplica por fe esta última a la conciencia para limpiarla de las malas obras, el primero siempre se aplica a los poderes del alma para purificarla de la contaminación del pecado. Dios dará un corazón de carne, blando y tierno, que cumpla su santa voluntad. La gracia renovadora obra un cambio tan grande en el alma como la conversión de una piedra muerta en carne viva. Dios pondrá dentro su Espíritu como Maestro, Guía y Santificador. La promesa de la gracia de Dios para equiparnos para nuestro deber debiera despertar nuestro cuidado y propósito constante para cumplir nuestro deber. Estas son promesas que todos los creyentes verdaderos de toda época deben usar en oración y serán cumplidas”

En el nuevo testamento vemos al señor Jesucristo retomando a Ezequiel 36:25-27 cuando de forma sinóptica le dice a Nicodemo en Juan 3:5 “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. Para concluir solo me queda decir que a la luz de la palabra de Dios, las conversiones de nuevos creyentes no se realizan haciendo que estos pasen adelante y hagan una oración, tampoco se logra si ven milagros y cosas sobre naturales que los asombren o atemoricen, mucho menos si el evangelio le ofrece mejoras para sus vidas, la conversión de un cristiano solo se logra por una elección de Dios que traerá indefectiblemente una transformación de su vida mediante una cirugía espiritual de corazón abierto que este realizara en sus hijos.

Que Dios le bendiga

Por: Nelson Vergara