La oración del corazón hecho pedazos

Durante mucho tiempo el hombre ha buscado como hacer una oración eficaz al cielo para su pronta respuesta. Ha sido como un tema bastante discutido y se han escritos muchos libros y artículos donde se busca la fórmula mágica para que Dios conteste rápidamente las peticiones de sus hijos.

En mi experiencia de vida cristiana he llegado a la conclusión que hay algo importante más no mágico cuando nuestras oraciones a Dios son completamente sentidas. Eso quiere decir, cuando en nuestro corazón realmente hay un grado de dolor o indignación sobre lo que se está pidiendo.

Existe un pasaje bíblico que es Mateo 15: 21-28 donde encontramos a una mujer cananea que a gritos le dice al Señor Jesucristo que su hija esta tremendamente endemoniada, expresando lo siguiente: «Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniada». Lo que me llama la atención de la petición, es que la cananea no dice “Ten misericordia de mi hija” sino “Ten misericordia de mí.”

Acaso el milagro no es para la hija, entonces por qué debía tener misericordia de ella y no de su hija que era la que padecía con este demonio. Reflexionando un poco sobre esto, puedo llegar a discernir que la petición de la cananea estaba llena de dolor. Realmente ella tenía que estar padeciendo un intenso dolor por su hija, y es que el dolor de madre generalmente es grande, y el librar a la hija de esta posesión no solo le traería calma a la hija sino al sufrimiento de la madre.

Muchas veces nos hemos acercado al Señor a pedir por alguien, y tal vez Dios ha respondido esa oración, pero estoy convencido que cuando nos acercamos a Dios sintiendo el dolor de otro, o sintiendo que la situación de la otra persona nos toca o indigna, Dios es más sensible y por ende rápido en dar una contestación de ayuda.

En el Salmos 51:17 la Biblia dice “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.” Pero ¿Que es el corazón contrito y humillado? La versión Dios Habla Hoy (DHH) lo expresa con más fuerza cuando dice: “¡tú no desprecias, oh Dios, un corazón hecho pedazos!” Esto me lleva a la conclusión que una oración fría, mecánica y tal vez profesional no va a hacer el mismo efecto que una oración con el corazón hecho pedazo, lo cual para mi es la clave de una oración eficaz. 

Para concluir solo puedo afirmar que si queremos mover a Dios a nuestro favor, nuestra oración debe ser sentida, nuestro corazón debe estar ardiendo del dolor de lo que se está pidiendo y claro esta debe ser algo necesario para nuestras vidas o para la vida de otras personas. 

Que Dios me los bendiga.

Nelon Vergara 

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