Cuando nos unimos a los Cananeos

En el libro de Jueces en el capítulo 1 el pueblo de Israel que por sus luchas Dios le otorgó las tierras de los cananeos. Pero Israel cometió un gran error y es que no se deshizo de los cananeos, sino que los dejó en el territorio conquistado y los tomó en cierta forma como negocio porque los puso a pagar impuestos.

El comentarista bíblico Mathew Henry dice lo siguiente al respecto:

“El pueblo de Israel fue muy negligente con su deber y con sus beneficios. Si no fuera por la pereza y la cobardía, no habrían tenido dificultades para completar sus conquistas. También se debía a su codicia: estaban dispuestos a dejar que los cananeos vivieran entre ellos para aprovecharse de ellos. No tenían el terror ni el odio por la idolatría que deberían tener. La misma incredulidad que mantuvo a sus antepasados por cuarenta años fuera de Canaán, les impedía ahora tomar completa posesión de la tierra. La desconfianza en el poder y la promesa de Dios les privaba de los beneficios y los metía en problemas.”

También Mathew Henry nos hace la contextualización sobre el cristiano en este aspecto:

“De esa manera, muchos creyentes que empiezan bien se ven retardados. Sus gracias languidecen, sus concupiscencias reviven, Satanás los acosa con tentaciones adecuadas, el mundo recupera su dominio; tienen sentimiento de culpa, llenan de angustia su corazón, desacreditan su carácter y hacen caer reproche sobre el evangelio. Aunque se le reprenda imperiosamente, y ser recuperado para que no perezca, tendrá, sin embargo, que lamentar profundamente su necedad por el resto de sus días; en su lecho de muerte tendrá que lamentar las oportunidades que perdió de glorificar a Dios y servir a la iglesia. No podemos tener comunión con los enemigos de Dios en nosotros o fuera de nosotros sino para propio daño; en consecuencia, nuestra única sabiduría es librar una guerra incesante contra ellos.”

Realmente Israel no sacó al enemigo de su casa, y esto le trajo dolores, al punto que el capítulo 2:1-4 la biblia nos dice:

“El ángel de Dios salió de Guilgal y fue a Boquim para darles a los israelitas el siguiente mensaje de parte de Dios:

«Yo los saqué a ustedes de Egipto y los traje al territorio que les había prometido a sus antepasados. A ellos les dije: “Yo les cumpliré mi promesa, pero ustedes no deben hacer ningún trato con la gente que vive allí. Al contrario, deben destruir sus altares”.

» Pero ¿qué hicieron ustedes? Simplemente me desobedecieron. Por eso, ahora que ustedes avancen, no voy a echar a esa gente. Tanto ellos como sus dioses serán una trampa para ustedes».

Cuando el ángel de Dios terminó de hablar, los israelitas comenzaron a llorar y a gritar. Por eso llamaron Boquim a ese lugar, y allí ofrecieron sacrificios a Dios.”

Por todo lo anterior creo que tenemos una lección que practicar, y es que el verdadero cristiano no debe mezclar su vida con sus enemigos, y los enemigos de los cristianos es todo aquello que tiene que ver con los deseos pecaminosos de la carne, todo lo relacionado con satanás, y todo las prácticas, ideologías y filosofías que vemos en nuestros días que van contra la palabra de Dios.

Definitivamente no se puede negociar con el enemigo sencillamente porque Dios nos daría disciplina permitiendo que nos demos cuenta lo nefasto que es convivir día a día con todo eso que se le opone. 

Entonces usted que lee este artículo le pregunto ¿Ha crucificado su carne, ha negado las ideologías modernas nocivas y ha echado fuera la operación del diablo en su vida?

Que Dios le bendiga.

Nelson Vergara

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