La hipocresía vs la humildad


Alguna vez en una reunión de pastores de todas las iglesias de mi ciudad Cartagena a la cual pude asistir, se pidió una colaboración para ayudar a sacar del puerto de la ciudad un contenedor que traía regalos de navidad para los niños mas necesitados de un barrio pobre.

En esos tiempos coincidencialmente trabaja con una empresa portuaria y por lo cual me dirigí a la persona encargada en aquella reunión, el cual era pastor de una iglesia conocida y al momento de acercarme a este me interpelo diciéndome que no le dijera pastor sino profeta, pues según él Dios lo había elegido como su profeta.

Mi reacción fue no prestarle atención y ofrecerle mis servicios, como se dio cuenta que no le seguí el juego me dijo que ya habían conseguido quien les ayudara y que no necesitaban mas ayuda. Me aleje de esta persona y medite ¿cómo la mentira y la vanagloria pueden vivir en personas que lideran congregaciones cristianas? Pero a la luz de la palabra era muy recurrente encontrar este tipo de actitudes en los religiosos de la época de Jesús, en Mateo 23:2-7 Cristo los describe claramente de la siguiente manera:

“Los fariseos y los maestros de la Ley son los que más conocen la ley de Moisés. Ustedes deben hacer todo lo que ellos digan; pero no hagan lo que ellos hacen, porque enseñan una cosa y hacen otra. Imponen mandamientos muy difíciles de cumplir, pero no hacen ni el más mínimo esfuerzo por cumplirlos. Todo eso lo hacen para que la gente los vea y los admire. Por eso escriben frases de la Biblia en papelitos que guardan en cajitas de cuero, y se las ponen en la frente y en los brazos.

Cada vez hacen más grandes esas cajitas y los flecos que le ponen a la ropa, para que la gente piense que son muy obedientes a Dios. Cuando van a la sinagoga o asisten a fiestas, les encanta que los traten como si fueran los más importantes. Les gusta que la gente los salude en el mercado con gran respeto, y que los llame maestros.” (TLA)

Los fariseos eran expertos en practicar la hipocresía, entendamos por hipocresía el pecado que finge cualidades, actitudes o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. Estos sabían la ley de Dios correctamente, la exponían bien al punto que Cristo motiva a que las personas hagan los que ellos dicen, el problema estaba en como esos religiosos practicaban lo que predicaban, pues no lo hacia y lo que hacían era todo lo contrario.

Para mi uno de los indicadores más fehacientes que evidencia que una persona es creyente o no, es su humildad, si definimos humildad creo que la mejor definición la tiene el diccionario de la real academia de la lengua español el cual nos dice sobre esta: “Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.”

A que voy con todo lo anterior, sencillamente que, si somos verdaderos creyentes como ya dije, y si realmente Dios nos ha redimidos del pecado debemos ser humildes. No se como existen personas que aún se arrodillan a pedirle a Dios que los exalte porque ellos son hijos de un rey, vemos como muchas iglesias se han creído el cuento que por ser hijos de Dios el cual es el rey del universo nosotros debemos vivir como príncipes, pero no de Dios sino del mundo, pues el verdadero príncipe de Dios se humillo a si mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Filipenses 2:8).

Hoy vemos como existen pastores que son magnates, usan escolta, viven en mansiones y compiten con grandes industriales los primeros puestos en riquezas. Tal vez usted me dirá, pero ¿Por qué un pastor no puede ser rico? Bueno por varias razones, primero porque el evangelio de Cristo no debe enriquecer a nadie materialmente, las riquezas del reino son espirituales, claro está Dios mantiene a sus hijos para que vivan lo  más cómodo posible pero sin extravagancias, segundo el siervo de Dios si esta liderando una congregación y a esta le llega mucho dinero por ofrendas o ayudas, lo que debe hacer es canalizarlas en la obra social, pues es mas que claro que para eso las manda Dios y tercero es completamente sabido que el dinero en grandes cantidades hace al hombre un dios pequeño, ósea su propio dios, olvidándose del verdadero que es Jesucristo (Proverbios 30:8-10).

Por último, solo puedo decirte que cuando entres a la presencia de Dios debes entrar con el corazón humillado pues a este no desprecia Dios (Salmos 51:17) y no olvidar las palabras del maestro que dicen: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” (Mateo 6:6). La humildad nos debe caracterizar y debe ser el signo de vida que predique a Cristo a los demás.

Que Dios le bendiga

Nelson Vergara

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