Presentar niños en el culto


Durante mucho tiempo pensé que presentar los niños en el culto era algo de bendición para la iglesia, para el infante y para su familia, sobre todo esperando que los padres se comprometieran ante Dios y ante la congregación para darle una buena crianza. Pero la realidad es otra, más que ser un acto cristiano, lo que hacíamos era caer en desobediencia con el Señor, debido a que tal vez sin querer practicábamos una nueva ordenanza creada por la mala interpretación bíblica. 


El pastor Julio Cesar Benitez quien se ha desempeñado como profesor de Eclesiología en el Seminario Reformado Latinoamericano llamo a este error eclesial como “Error por Intromisión humana”.

Ahora no estoy diciendo que un niño que nace en la iglesia no se pueda socializar a los demás hermanos que este llego a la tierra, y que le damos gracia a Dios por su nacimiento, NO, lo que estoy diciendo es que no se puede ritualizar durante el tiempo del culto dominical, sencillamente porque es un adefesio a este, más bien lo que se debe hacer es informarlo en los anuncios como una noticia con la cual Dios nos ha bendecido, y tener en nuestra oraciones a esta nueva criatura ayudándolo en lo posible junto con sus padres a que crezca siguiendo las enseñanzas cristianas.

Históricamente desconozco cuando inicio esta práctica dentro de las iglesias evangélicas, pero parece ser que comenzó siglos atrás con el objetivo de calmar las almas de muchos católicos que se convertían al evangelio los cuales sentían paz cuando un acto como este remplazaba en cierta forma al bautismo romano y la presentación del niño a José y Maria (Actos que se hace a los niños católicos para que vayan al directo al paraíso), dándoles así la sensación que sus hijos estaban en manos de Dios, y si morían siendo niños irían indefectiblemente a la presencia del Señor y no al Limbo.

Es claro que hoy en día no se hace por lo anterior dentro de las iglesias evangélicas, hoy se hace para bendecir al niño y a su familia lo cual parece loable y sano, pero repito, la realidad es que dentro del culto es algo que Dios no ha mandado hacer y su práctica nos pone en el plano de estar introduciendo fuego extraño como hicieron Nadab y Abiú, hijos de Aarón (Levíticos 10:1).

Por otra parte, no hay evidencia que la iglesia primitiva lo practicara, no existe rastro en la palabra de Dios donde se evidencie que Cristo o los apóstoles realizaron esto, tampoco existe una porción bíblica que lo ordene.  Hay dos porciones del nuevo testamento que muchos usan para justificar dicho error, veamos:

La primera es cuando a Cristo se le acercaron los niños en Mateo 19: 13-14. Aquí se nota claramente que no era común en ellos hacer eso, al punto que los apóstoles reprenden el hecho, mientras que Jesús, aunque les permite que se acerquen a Él para bendecirlos, no sugiere de ninguna forma que se debe repetir el acto, menos ritualizar.

La segunda se encuentra en la porción de Lucas 2:21-24 donde Jesús es presentado a Dios en el   templo por parte de sus padres. Si usted lee con cuidado el texto dice que José y Maria estaban cumpliendo la ley de Moisés, esto indica que estaban cumpliendo una práctica judía explicada claramente en Éxodo 13.  Tenemos que recordar que la ley ceremonial no pasa a la iglesia en ningún sentido, ella muere completamente en la cruz del calvario, por eso nada de los que es práctica de la ley ceremonial judía se debe realizar hoy.

Para concluir solo me queda decirte que la presentación de los niños a Dios en el culto no es una práctica cristiana, es una tradición humana que alguien y no se quien introdujo heréticamente en la iglesia y que hoy muchos la practican sin temor a Dios, pues les parece algo bueno y hasta necesario, pero es una ofensa a Cristo ya que con esto se repite un hecho ceremonial del antiguo testamento lo cual era sombra de Jesús, y nos hace declarar que Cristo aún no ha venido, pues estamos aun practicando con su sombra. Por lo anterior te insto a que escudriñes mas sobre el tema y puedas corregir si eres líder de congregación para no seguir desobedeciendo a Dios.